Nocturnidad y tal...: diciembre 2012

domingo, 16 de diciembre de 2012

Reflejos


En el claro charco de agua,
 las bellas estrellas se bañan.
Tristes, dulces, dormidas,
su reflejo pierden al alba.
Juntas en los rincones relucen
sus destellos de formas varias,
dibujos estelares de estrellas,
siluetas que la noche cambia.
Lindezas, maravillas y bellezas,
que viven en el charco de agua.


Con estos versos propios, quiero dar comienzo a una entrada que me remonta a la etapa de mi infancia. Y es que desde bien niño, siempre he sentido cierta atracción por los reflejos.

En mi cabeza surgían pensamientos, preguntas y reflexiones difíciles de responder de una manera lógica para mi corta edad.
-¿Por qué en un charco se veía reflejada la casa que estaba al lado?
-¿Por qué los espejos nos mostraban exactamente lo mismo que estaba delante de ellos pero al revés?

Todas estas preguntas se iban respondiendo solas con el paso del tiempo y gracias a mis profesores de “Naturales”, que me quitaron esa inocencia sobre el mundo paralelo que existía al otro lado del espejo, al explicarme la reflexión de la luz sobre los objetos de material reflectante.

Pero en fin, me quedo con esa sensación de inocencia que abordaba mi cabeza de manera casi inevitable y que sentía cada vez que me miraba en un espejo.

-¿Cómo era posible que yo estuviera delante de mí mismo?

Era un sentimiento que me fascinaba. Intentaba engañar al espejo haciendo movimientos rápidos, pero no había manera de hacerle caer en la trampa.

Todo esto os puede sonar a gilipollez pero eran los pensamientos de un niño curioso que buscaba una razón lógica para ese fenómeno.

Y me apuesto lo queráis, a que más de uno de vosotros que me estáis leyendo, hizo en algún momento de su vida algo parecido.

-¿Quién no se ha arrimado hasta tocar un espejo con la cara para poder ver si las cosas que estaban a la derecha y a la izquierda del cristal también se podían ver reflejadas?
Y si, estaban ahí.
-¿Cómo es posible que si no estaban delante, también se reflejaran?

Seguro que alguno se le ha escapado una sonrisilla ahora porque sabe de lo que hablo y lo ha hecho alguna vez, jejeje.

Es por eso que ahora, en mi etapa de “madurez” (por no decir más bien “inmadurez en su última fase”), me siguen atrayendo los reflejos. Me gusta recordar esas sensaciones de antaño, volver a tener esos pensamientos al ver cualquier cosa reflejada, ya sea en un espejo, en un charco o en un escaparate de alguna tienda….

Es una manera de mantener viva mi mente.

Así que gracias a la fotografía nocturna que ahora es lo que me apasiona, he podido reconciliarme con esos momentos de mi niñez y usarlos para componer muchas de mis fotografías.

En la noche, se pueden apreciar bellísimos reflejos tanto en los cristales de las ciudades, como en las luces sobre el mar.

Me gusta poder meter un reflejo en algunas de mis fotografías porque son como puertas hacia un mundo paralelo al nuestro, un portal hacia otra dimensión con nuestras mismas características pero al revés de lo que percibimos.

¿Quién no ha pensado alguna vez en cruzar al otro lado del espejo o introducirse a través de un charco para ver la vida desde el otro lado?

Yo sin duda, si pudiera hacerlo, ya lo habría hecho. Igual sería una manera de ver las cosas con más optimismo y de una manera diferente.
Pero por desgracia, esto no es posible, así que me toca seguir recreando esos mundos en mi mente y a poder ser en algunas de mis fotografías.

Hoy os voy a enseñar dos fotografías en los que aparecen esos reflejos que tanto me gustan. Tengo muchísimas más de esta categoría, pero quiero enseñaros dos que me encantan, no porque sean unas fotos buenísimas, que no lo son, sino porque representan esos sentimientos míos de los que os he hablado.

Son dos fotografías diferentes en las que aparece el mismo charco, reflejando lo que hay en el cielo.

La primera está realizada mirando al este, para reflejar las estrellas que había esa noche. Aproveché el paso de un coche para que saliera reflejado también y le diera más vida a la foto.

La segunda, está realizada mirando al oeste, sacando  el mismo charco, pero esta vez reflejando esa Luna a la que tanto adoro.

Espero que os gusten las fotografías, o al menos podáis ver en ellas esos sentimientos y pensamientos que he decidido compartir con vosotros.

¡Nos vemos en la próxima entrada amig@s!

Un abrazo.

 (Click en las imágenes para ampliarlas)



                                                                               El charco




                                                                                                       El baño de la Luna




lunes, 10 de diciembre de 2012

El preventorio de Aigües de Busot



Miedo, miedo y más miedo. Una sensación primitiva que aborda a los seres humanos desde el principio de los tiempos.

Miedo sentía el cavernícola que se enfrentaba a un mamut; el miedo, se apoderaba del caballero que se batía en duelo en una Justa; mucho miedo es lo que sentía el cowboy que media su destreza en un tiroteo cruzado.
Pero todos ellos sabían que tenían que hacerlo, unos para sobrevivir y otros para demostrar su hombría, debían superar el miedo de cualquier manera.

Pues un poco así  me sentía la otra noche, cuando me aventuré a visitar el famoso “Preventorio de Aigües” con la compañía de mis amigos “Los Estrellaos”.
La verdad que no era miedo en sí, pues yo tampoco es que tenga ese sentimiento hacia lo oscuro y las historias fantasmales, más bien tengo respeto. (Es lo que se suele decir para quedar como un machote, jejeje)

Y es que si a algo tengo más miedo que a los fantasmas y los muertos, es sin duda a los vivos. Somos mucho más peligrosos. Pero este tema no lo voy a abarcar hoy porque me faltaría blog para describirlo.

He de reconocer, que el antiguo hospital acojona con solo su presencia. Es una construcción monumental de gran envergadura en el que el paso del tiempo, las gamberradas y las historias que de él se cuentan, lo han hecho más terrorífico si cabe.

Y es que antes de ser hospital, fue un famoso hotel llamado "Hotel Miramar", que se construyó sobre los restos de unas termas romanas allá por el año 1816. Unos cuarenta años después, el estado compró el edificio para convertirlo en un hospital infantil destinado exclusivamente para la prevención de la tuberculosis.

En aquel entonces, la medicina no era nada avanzada, y no disponían de una cura real para esta enfermedad, por lo que cuentan las historias que allí perdieron la vida miles de personas, la mayoría de ellos niños. (hecho del que no existe o no se ha encontrado ningún archivo documentado que lo verifique, solo leyendas y habladurías).

Es por eso que ahora, las historias convierten este edificio en un lugar atractivo para fotografiar o para realizar investigaciones paranormales.
Yo me quedo con la primera opción, jejeje.

Al principio he dicho que sentí un poquito de miedo, o respeto, porque no tuvimos la mejor idea al elegir la noche para visitar el preventorio, pues fue una noche de mucho aire, y cuando digo mucho, es mucho.
Las puertas y ventanas se abrían y cerraban, dando fuertes golpes y produciendo estridentes chirridos. Si eso lo sumas a la sugestión que ya lleva uno encima por haber escuchado o leído las cientos de historias que se cuentan de ese lugar, pues para qué os quiero contar más.

Aun así,  tuve el valor de entrar al recinto para poder realizar las fotografías que os voy a mostrar.

Entré a acompañar a mi amigo Paco Pastor, que ya se me había adelantado a entrar, y es que Paquito no le tiene miedo a nada, nada más que a él mismo! jejeje. (Hubieron otros dos que se quedaron rezagados en La Nocturneta, porque decían que tenían frío……)

Para quien no lo sepa, La Nocturneta es la furgoneta del tío Paco que nos lleva allí donde queremos afotar en la noche, sin importar el terreno. Ya quisieran muchos 4X4 caminar como lo hace ella.

El sitio durante la noche, tiene un ambiente muy tétrico. Pero el colmo de todos los colmos, es que por si no fuera poco, mientras estábamos realizando las fotos, un par de gatos negros tan cebados que parecían panteras, pasaron por mi lado y se me cruzaron por delante. Los pobres animales no tienen culpa pero, ¡menudo susto me dieron los condenados!

Poco más os puedo contar ya de aquel lugar que no sepáis la mayoría. Y el que no conozca el sitio, puede indagar por internet y descubrir las historias que de él se cuentan.
Invito a todo aquel al que le guste la fotografía y no tenga pánico, a que vaya un día a visitarlo.
Vale la pena hacerlo. De noche o de día, eso ya es elección vuestra, pero pienso  que de noche tiene un ambiente especial y diferente, por las sombras que se crean en cada una de las ventanas y recovecos del edificio.

Además, pienso que de vez en cuando, tener ese pequeño sentimiento de “miedo”, nos viene bien para demostrarnos una vez más, que las personas estamos hechas de emociones, y que no somos absolutamente perfectos.

Aquí os dejo dos fotografías del sitio.

La primera está hecha con una temperatura de color fría, para conseguir ese cielo naranja, pintado por la contaminación lumínica, que le da un poquito más de tetricidad al escenario.

La segunda está hecha al contrario, usando una exposición un poquito más larga, sin iluminar, para conseguir un cielo azul lleno de estrellas, que le dan un aire diferente al lugar.

Espero vuestros comentarios y críticas.

Nos vemos en la próxima entrada.

¡Un abrazo a tod@s!



                                                                                 Hospital maldito



                                                                                                              Tétrico paisaje


                                                                                                       La Nocturneta